domingo, 5 de noviembre de 2023

Revenge - T1E2 "Kissy"

 Estaba en el baño de la escuela, el “tocador” para Kissy, que no se callaba la boca de estarse arreglando con sus amigas. Que si el rimel, que si el gloss, que si su busto se ve lo suficientemente levantado para poder dejar babeando al profesor de Química con el que se ha querido acostar durante todo el semestre. No lo invento yo, es lo que he podido captar durante todo este rato que me limpio la cola en el baño.

 

No creo que hayan sido conscientes de que había alguien más dentro del baño porque, cuando bajé la palanca para descargar, comenzaron los comentarios interrogándose quién estaba ahí, que si de verdad estaban solas, que si habré escuchado todo lo que dijeron. Yo, no, sí. Las respuestas a todas sus preguntas.

 

Salí un poco tímida del cubículo, intentando que no me vieran. Obvio era imposible.

 

— ¿Por qué caminas así?

 

Preguntó Kissy al ver que mis piernas flaqueaban. Decidí no responder.

 

— ¿Escuchaste lo que dijimos?

 

Preguntó ella. Yo tenía la cabeza baja, mientras me lavaba las manos. Ella me miraba por el espejo, me percaté de ello porque por unos segundos levanté la mirada y nuestros ojos chocaron.

 

— Eres nueva, ¿verdad?

 

No, no lo soy.

 

— Tal vez no me conoces…

 

Sí. Sí te conozco. Recuerdo perfectamente cuando yo estaba en primaria, y tenía mi almuerzo en mi lonchera de My Little Pony. Comía sola en el recreo, como siempre. No, no es que no tuviera tan siquiera una amiga, sino que yo prefería alejarme, se burlaban de ella y prefería no mostrarme con ella porque le decían palabras hirientes.

 

Estaba sentada sola, comiendo el emparedado que mamá me había preparado en la mañana. Le daba mordiscos cuando un grupo de niñas se acercó a mí. Era Kissy y su clica. Ella era esa mocosa que usaba una tiara en la escuela y siempre vestía de rosa. Daba cringe.

 

— Qué rico yogurt— dijo al ver lo que traía de almuerzo—. Dámelo.

 

— Es mío— susurré.

 

— Estás muy gorda ya, si te lo comes, vas a explotar— dijo y lo tomó de mi lonchera.

 

— Eso es mío, me lo dio mi mamá— dije enojada.

 

— Uy, la botijona se puso roja— habló sobre como mi cara se coloró por el enojo—, como una fresa— dijo mientras destapaba el empaque—. Hará juego con el yogurt.

 

Kissy dejó caer todo el yogurt en mi cabeza, empapándome, manchándome y dejándome ahí. Ví como las chicas reían mientras yo lloraba, sola. El resto de niños de acercaron a ver, me rodearon mientras se reían y me señalaban. Yo no podía moverme, sólo estaba ahí sollozando.

 

— Tal vez no me conoces, pero aquí soy la abeja reina— me dijo Kissy viéndome por el espejo—. Debo cuidar mi imagen cariño.

 

Ella se acercó y tomó mi cabello, destapando mi rostro para que pudiera verlo.

 

— No le digas a nadie, ¿entendido?

 

Yo asentí con la cabeza. Abrí la llave del lavabo pero esta se zafó e hizo que el agua salpicara, mojando tanto mi ropa como la de Kissy. Ella dio pasos atrás y gimió de la rabia.

 

— ¿Qué te sucede, maldita?— gritó furiosa.

 

— Lo siento— susurré, casi inaudible porque mi voz se ahogó en mi garganta.

 

Di unos pasos, en falso, porque mis piernas flaquearon, y el agua en el suelo me hizo resbalar. Mis manos pasaron a traer un café helado que una amiga de Kissy sujetaba. Convenientemente, la bebida cayó sobre Kissy, de nuevo.

 

Yo estaba en el piso, como perrito, de rodillas y con las palmas que me detuvieron la caída. Veía a Kissy desesperada, mientras sus amigas le ayudaban a limpiarse.

 

Me paré como pude, resbalando casi cayendo de nuevo al piso por el suelo mojado. Salí corriendo. Cerré la puerta del baño y me quedé afuera, pegada a la pared, con la respiración agitada.

 

— ¡Maldita!— gritó, casi desgarrando su garganta.

 

Entre mi respiración entrecortada, sonreí.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario