Ya nos quedaban 28 campistas que seguían concursando. Y sí, todos mis amigos seguían en el juego. Ya llevábamos cinco días y algunos decían que nos llevarían diez días en total para terminar toda la guerra. Habíamos puesto varias trampas en las orillas del campamento, y nos encontrábamos dando nuestro rondín para ver si alguien caía en ellas, además de atacar a cualquiera que encontráramos. Jason ya había dejado de estar tan depresivo, si bien intentaba no cruzar palabras conmigo, aun así convivía con nuestros amigos en común.
— ¿Oyeron eso?— dijo Bet.
— Yo no oí nada— respondió Jason.
Nos quedamos quietos y sin hacer ruido, agudizando nuestros oídos. Escuché un grito. Hice señas para que Porsha, Sonya y los otros dos chicos que iban con nosotros se quedaran mientras que Jason y Bet me seguirían. Avanzamos con cautela, y a lo lejos habíamos visto que alguien estaba colgando de una de las trampas. ¡Genial! Los tenemos. Corrí y salté de entre los arbustos emocionada.
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